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Homecomo vivían nuestros abuelos sin plásticoSergio Vega “De la tarde compartida al tablet individual”

Sergio Vega “De la tarde compartida al tablet individual”

Sergio Vega, fue presidente de la APR de Higueritas Unidas, y actualmente es director de la comunidad agrícola del mismo nombre, a la que llegó hace más de una década, luego de haber ejercido su profesión de ingeniero en ejecución química, con mención en petróleo y petroquímica, en Estados Unidos.

Nació en la serena, el año 51, en una casa de abuela costurera y abuelo joyero, en tiempos en que los oficios tejían la vida de barrio. “No había bolsas plásticas, recuerda, y se salía a las compras donde el verdulero, donde el carnicero, o donde el señor que vendía la leña y todo con bolsas de género, o de lona y se iban remendando. No había necesidad de plástico, simplemente todo se cuidaba… habían los huevitos de madera para zurcir los calcetines, y mientras se remendaba la ropa o se cosía, se sociabilizaba, se conversaba, unos ayudaban, etc.”

Eran tiempos en que todo se aprovechaba, los sacos de harina se conseguían para hacer manteles y sábanas, que hasta el día de hoy se echan de menos por lo ricas y confortables. Y en general la cantidad de basura que se generaba en las casas se sacaba una vez a la semana, y era apenas una caja de manzanas, porque no habían tarros ni bolsas, y en general era puros residuos orgánicos, que dejaban una estela tras del camión, que fácilmente hubieran podido compostarse, pero eso no conocía entonces.

“La leche se producía localmente en la serena, Coalen, estaba ubicada en la calle Benavente, era repartida en botellas de vidrio con tapas de cartón colocadas a presión, y uno dejaba las botellas afuera de la casa y pasaba el lechero dejando las botellas de leche llenas y unos simplemente las entraba, y así todos los días. Bebidas, no había prácticamente, sino que jarros con jugos de frutas, te, agüitas… “

La ropa también se producía localmente, por ejemplo, la abuela de Sergio compraba telas, o pedía a la gente que le mandaba a hacer prendas que llegara con la tela de su gusto, que generalmente se vendían en tiendas de género de comerciantes de origen árabe, y todo se hacía en casa, la ropa se usaba hasta que ya no daba más y pasaba de hermano a hermano. La ropa se marcada con bordado en cada prenda, porque no había plumones y nunca se desechaba, se cortaban las mangas o las patas y se transformaba en mangas cortas, se cosían… siempre servía para algo.

Del mismo modo, si había un cumpleaños, se fabricaban gorros de cartón, la comida, siempre se preparaba en casa, y consistía en entrada, segundo y postre, con ingredientes frescos, que se traían envueltos en papel de diario (carne), cajas de cartón (helados) o en las bolsas de género que cada quien llevaba.

Sin embargo, esto se ha ido modificando poco a poco con la irrupción del plástico, que Sergio conoce bien, dada su profesión. Cuenta que, a finales del siglo XIX, un señor tenía un problema para abastecerse de teclas de piano y de bolas de billar, que antes eran de marfil y de los caparazones de las tortugas, y surgió casi como una solución ecológica la baquelita, y poco después en los años 30, también usando los subproductos del petróleo, se inventó el nylon y el polietileno. Justo entonces vino la segunda guerra, y sirvió para la expansión de la petroquímica, porque por un lado solucionaba requerimientos, por ejemplo, la Dupont usó el nylon para los paracaídas, y por otro, se aprovechó el contexto bélico para la irrupción de capitales norteamericanos e ingleses en medio oriente, porque Irán y Arabia Saudita no tenían la percepción de la magnitud del mercado que podían tener, y desde entonces nuestras vidas se han visto invadidas sostenidamente por los plásticos.

Sergio explica que la fabricación del plástico “parte por la extracción del petróleo y del gas natural, que se destilan en plantas de procesamiento, para separar sus componentes mediante calor, y de ahí nace la nafta del grupo de los bencenos, de ahí viene la bencina… luego, la nafta se va a otra planta petroquímica para el proceso de cracking, de quebrar, en el cual se descompone en subcomponentes, y así se desarrollaban los polímeros para generar una infinita variedad de plásticos, pero todo parte del petróleo y del gas natural”.

El impacto ambiental no se preveía, ni tampoco la dependencia que ha generado. “Hoy en día con el plástico y otros materiales que se siguen desarrollando, todo es posible, entonces cualquier necesidad se puede satisfacer rápidamente, antiguamente la única forma de tener un juguete era hacérselo, y nos dábamos el tiempo porque no había otra manera. Inventar era el juego, había que convenir las reglas, nadie te las imponía, convenir las reglas es una enseñanza social tremendamente significativa, eso de que desde chico tuvieras la necesidad de convenir, de ponerse de acuerdo”.

La invasión de los plásticos se transformó hace 30 años en la invasión de la tecnología, y a Sergio le preocupa que hoy los niños no pueden entretenerse si no hay un tablet, que cuesta encontrar juguetes de madera, tener espacios donde correr, jugar con piedras, con un par de palos, observar insectos, pareciera que cada vez se vuelve más lejana la posibilidad de escuchar como antes en los estadios al vendedor de sombra, o sea de viseras de cartulina que te permitían disfrutar el partido a las 3 de la tarde, con el sol de frente.

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