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En protesta contra las malas prácticas agrícolas: Dos adultos mayores pasan la noche en la carretera, para evitar ser envenenados por empresa agroindustrial

Manuel e Isabel son vecinos de la empresa Carsal en Chañaral de Caren, y ya en 4 oportunidades han terminado en el CESFAM de Caren, con síntomas de intoxicación aguda por plaguicidas. Cuando fueron informados el 4 de enero que pese a los antecedentes, la empresa volverá a aplicar agrotóxicos de forma masiva al lado de su casa, decidieron no pasar allí otra noche “enfermante” y denunciar la situación.

Manuel e Isabel se cansaron, llegaron a las tierras de su infancia para encontrar tranquilidad, aprovechando que ya estaban jubilados, pero desde que empezó a operar la agrícola Carsal en un fundo vecino, han obtenido todo lo contrario: ahogos, dermatitis, angustia, son parte de la sintomatología que cada 5 días experimentan, a parte del insomnio, cada vez que la empresa da aviso de que fumigará líquidos cerca de su hogar.

El caso es especialmente relevante porque hace varios años, organizaciones del territorio vienen alertando sobre los impactos de los agrotóxicos y la necesidad de transitar a modos de producción más limpios. De hecho un estudio científico de la Universidad Católica del Norte y del Maule, publicado el 2019 realizado en Caren y el Valle de Elqui, evidencia la relación entre el deterioro cognitivo de adultos mayores y niños, y la exposición crónica no laboral a estos productos.

Si bien los fuertes vientos hacen pensar que no habrá fumigación al menos esta noche, los vecinos se mantienen con carteles en la carretera, solo volverán a su casa si les informan que no fumigarán. “No queremos terminar nosotros también con Alzheimer y rendirnos a que cada 5 días tengamos que ir a buscar dónde quedarnos porque estar en nuestra casa resulta imposible, no solo son los ruidos y olores, sino también los síntomas. Dos veces ha venido la Seremi de salud a fiscalizar, han revisado los antecedentes, conocieron de primera fuente que estábamos desesperados tratando de encontrar una manera de no tener que irnos de nuestra casa, y sin embargo, la empresa sigue como siempre, y somos nosotros los que debemos migrar, eso es demasiado injusto, no puede ser legal, y si lo es, no debe seguir siéndolo”, explica María Isabel.

De hecho, María Isabel y Manuel asistieron en diciembre a un espacio mensual que está trabajando junto a empresas, autoridades y vecinos, para ir construyendo caminos de salida frente a esta espiral de enfermedad que está resultando la agricultura química; y en esa instancia entendieron que hay tanta desinformación, tanta dependencia a las empresas, que es muy difícil lograr que la salud y la vida esté por encima de lo económico, “pero hay que seguir luchando para lograrlo, porque es literalmente un asunto de vida o muerte”, dice María Isabel con los ojos llorosos, no acostumbrada a participar en soluciones desesperadas como la que están protagonizando hoy.

En los carteles se lee: «PAREN DE ENVENENARNOS» «SI ENVENENA NO ES AGRICULTURA» «RESPETO A LOS ADULTOS MAYORES, NOS ENVENENAN EN NUESTRA PROPIA CASA» y están dispuestos a dormir en su camioneta si es necesario, pues necesitan llamar la atención sobre la profunda vulnerabilidad en que se encuentra la población frente a los diversos químicos que usan las empresas, muchas veces mal dosificados, con calibración deficiente, en condiciones climáticas que no corresponden, lo que se traduce en no solo aplicar el veneno sobre sus cultivos, sino también sobre las personas, animales y siembras que no quieren, ni deben ser envenenadas.

La Seremi de Salud lanzó en octubre un programa piloto en Monte Patria, de tres años, para difundir información sobre los impactos de los productos fitosanitarios, dar cuenta de lo importante del protagonismo comunitario para pesquizar irregularidades y fomentar el trabajo conjunto para avanzar hacia modos productivos que no comprometan la salud de las actuales y futuras generaciones. Sin duda esta acción de protesta evidencia la complejidad del desafío al que se enfrenta hoy la comuna.

Al cierre de esta nota, la empresa les informó que las condiciones climáticas no permitirán la aplicación, pero sino es hoy, será mañana, esa es la condena de un modelo que depende de los químicos.

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